lunes, octubre 06, 2025

Crónica fotográfica Tercer concierto








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Visita a la fundación Víctor jara



 

















Te recuerdo Victor

 Chile fue el primer país latinoamericano que Silvio conoció. Llegó en septiembre de 1972 junto a Pablo Milanés y Noel Nicola. Por esos días estrechó la amistad con Víctor Jara.

por Kaloian Santos

 octubre 5, 2025



Foto: Kaloian.

Víctor Jara sonríe en las fotos y pareciera estar más vivo que nunca. Lo está. En una, fuma un cigarrito y uno casi puede oír su voz cantando su tema: “Cuando amanezco con frío / prendo un cigarro de a vara / y me caliento la cara / con el cigarro encendido. / Ay, ay, ay, me querís, / Ay, ay, ay, me querís, / Ay, ay, ay”. 

En otra, un primer plano de perfil revela un gesto amoroso; en una tercera se muestra serio, casi melancólico, y en la última aparece tierno, entre niños. Su presencia, suspendida en instantáneas en blanco y negro, acompaña ahora una escena que parece atravesar el tiempo: su hija Amanda se reencuentra con un viejo compañero de oficio y de luchas de su padre, Silvio Rodríguez.


Foto: Kaloian.



Foto: Kaloian.

El trovador cubano llega a este encuentro íntimo, ayer sábado, cargado de historia y emoción. Apenas se abrazan, le dice con una voz que trae ecos de otras épocas:

—Recuerdo que pasamos por tu casa cuando eras muy pequeña, allá por el 72. Íbamos a buscar a tu padre para irnos a Valparaíso.

Chile fue el primer país latinoamericano que Silvio conoció. Llegó en septiembre de 1972 junto a Pablo Milanés y Noel Nicola. Fueron casi dos semanas intensas, de noches memorables de guitarras, vino y canciones con los artistas de la Nueva Canción Chilena en la Peña de los Parra. 



Foto: Kaloian.


Foto: Kaloian.

Por esos días estrechó la amistad con Víctor Jara. En una de esas jornadas emprendieron viaje a Valparaíso para cantar en la universidad; Silvio, enfermo de la garganta y con fiebre, se quedó durmiendo en el auto.

Amanda sorprende a Silvio con la guitarra de su padre. Él la toma con delicadeza como si se tratara de un objeto sagrado y la recorre con la mirada: las vetas de la madera, las cuerdas, el brazo, las clavijas. Le piden que la toque, que rasgue al menos un acorde, pero se niega. Apenado, apenas alcanza a esbozar un no. 


Foto:Kaloian

Prefiere no profanar los ecos que aún suenan dentro de aquella reliquia. Es un gesto de respeto, de amor, de reconocimiento al compañero caído que sigue cantando a través de otros.

Tras la larga noche pinochetista —años de censura y exilio—, Silvio regresó a Chile en 1990. Lo hizo con Chucho Valdés e Irakere para un concierto histórico en el Estadio Nacional, donde 80 mil personas lo escucharon dedicar la velada a Víctor Jara, torturado y asesinado en 1973 tras el golpe militar. 



Foto: Kaloian.

Aquella noche también estrenó El hombre extraño, su homenaje al amigo mártir: “Un día, sin aviso, / murió aquel hombre extraño… / En ese mismo instante, / desde el cielo, los pájaros / descubrieron que al mundo / le habían nacido labios”.

En la primera de sus recientes noches en Chile, ante 17 mil almas, Silvio volvió a recordarlo. Cantó “Te recuerdo Amanda”, acompañado al piano por su hija Malva. Y ahora, en esta casa donde el aire parecía lleno de memoria y vitalidad, volvió a encontrarse con Víctor. En la sonrisa de Amanda, en las fotos, en la guitarra ante la que guardó silencio, en la historia que, todavía, sigue cantando.

Foto:Kaloian.



dos legados que abrazan la historia de Nuestra América



Silvio Rodríguez visita la Fundación Víctor Jara.
 El encuentro fue profundamente simbólico: Silvio se reunió con Amanda Jara, hija de Víctor, y compartió con artistas, trabajadores y miembros del equipo del centro cultural que mantiene viva la memoria del creador de Te recuerdo Amanda El derecho de vivir en paz.
 El sábado 4 de octubre, en el marco de su esperada gira por Chile 2025, el trovador cubano Silvio Rodríguez visitó la Fundación Víctor Jara, rindiendo homenaje al cantautor chileno asesinado durante la dictadura de Pinochet. El encuentro fue profundamente simbólico: Silvio se reunió con Amanda Jara, hija de Víctor, y compartió con artistas, trabajadores y miembros del equipo del centro cultural que mantiene viva la memoria del creador de  Te recuerdo Amanda El derecho de vivir en paz.
Por:Revista De Frente




En uno de los momentos más emotivos,
Silvio tomó entre sus manos la guitarra original de Víctor Jara, el instrumento con el que el artista chileno llevó el canto de su pueblo a los escenarios del mundo. 
 Un reencuentro con Chile y su historia


 
Esta visita se da en el contexto de una gira que marca el regreso de Silvio Rodríguez a Chile tras siete años de ausencia. Su último paso por el país fue en 2018, cuando ofreció conciertos en Santiago, Viña del Mar y Concepción.En esta nueva gira latinoamericana,Chile es el punto de partida;.de una serie de conciertos que también lo llevarán a Argentina, Uruguay, Perú y Colombia.

En Santiago,Silvio se presentó los días 29 de septiembre y 1 de octubre y se presentará el 5 y 6 de octubre en el Movistar Arena, en cuatro noches agotadas que reúnen a miles de seguidores de distintas generaciones.El interés ha sido abrumador: más de 180.000 personas;intentaron comprar entradas en la primera jornada de preventa, lo que llevó a la productora a abrir nuevas fechas para satisfacer la demanda.

 El gesto de Silvio al visitar la Fundación Víctor Jara tiene un peso simbólico inmenso. Ambos artistas, desde Cuba y Chile,han sido pilares del canto comprometido latinoamericano, voces que unieron música y conciencia, poesía y lucha. 

A más de medio siglo del asesinato de Víctor Jara,Silvio reafirma con su presencia que la memoria no se silencia.

Presentación de Illapu durante el segundo concierto de Silvio Rodríguez e


 

Clase magistral en una comuna y encuentro con Illapu

 Cubadebate 

      Parte del grupo musical que acompaña a Silvio Rodríguez realizará una clase magistral dirigida a niños y jóvenes en la comuna de La Pintana. Oliver Valdés en la batería, Jorge Reyes en el contrabajo y el pianista Jorge Aragón compartirán técnicas, aprendizajes y experiencias musicales.

 El encuentro fue fijado en el Teatro Municipal de La Pintana y contará con la participación de alumnos de la Big Band local, dedicada al jazz y la música popular. Bajo la dirección de Emanuel Valencia, los jóvenes interpretarán éxitos emblemáticos de Silvio Rodríguez. Claudio Espinosa, director de la Corporación Cultural de La Pintana expresó el honor que representa recibir a estos músicos y el valor de un evento gratuito y abierto a la comunidad

 La ocasión permitirá conocer el trabajo de grandes maestros y su colaboración con uno de los intérpretes más reconocidos del mundo hispanohablante.

El día en que dio un show gratuito en Talca por entradas absurdamente caras

 

Emilio Contreras

La medida prejudicial que ordenó retener $100 millones de pesos de la recaudación de entradas de los conciertos de Silvio Rodríguez en Chile, que arrancaron el 29 de septiembre y concluyen la próxima semana, traen a la memoria algunas historias del mítico trovador cubano en el país.

Una de ellas se remonta a 2007, cuando el compositor arribó en el marco de una gira de cinco conciertos que iba a culminar en Talca, tras pasos por Santiago (3 fechas) y Viña del Mar (1). Como suele ocurrir desde 1990 (el primer concierto del trovador en democracia), el interés del público fue masivo y transversal.


Bajo la organización de la productora local Multimúsica, el tour iba a cerrar el 8 de marzo en el Teatro Regional del Maule. Pero tras la confirmación de las coordenadas, las críticas no se hicieron esperar: el alto valor de las entradas para el concierto de cierre motivó reclamos de sus seguidores,quienes acusaron usura en la oferta de tickets.

Acogen orden para retener recaudaciones de conciertos de Silvio Rodríguez: $100 millones involucrados


Para dicho recital, habían tres modalidades: Preferencial $60.000, Platea central $54.000 y Platea alta $42.000. 

El boleto más alto del show en Talca tenía el mismo valor que el “Golden Box” del trovador en el Arena capitalino, y era diez mil pesos más caro que el ticket “premium” ($50.000 del año 2007) en el mismo recinto.

Y Rodríguez, acusó recibo de las quejas.

Silvio Rodríguez: “El concierto se suspende por decisión mía”


Tras el infructuoso esfuerzo por convertir el recital en una instancia gratuita, el músico decidió tomar una decisión radical: cancelar la presentación a sólo horas de su realización  ese 8 de marzo.

Así lo explicó mediante un comunicado: “El concierto se suspende por decisión mía, al conocer las reiteradas manifestaciones de inconformidad por los precios de las entradas, a pesar de haberse vendido todo el teatro”.


Pido disculpas a las personas que pagaron 1.030 entradas y a la producción por los inconvenientes que mi decisión pudiera causar”, dijo el trovador, quien aseguraba que compensaría a Multimúsica por la medida.

Para el cubano, la coyuntura escondía una falencia nacional: “Reitero la necesidad de crear un mecanismo estatal para que los artistas que visitamos Chile podamos hacer al menos un concierto gratuito”, dijo Rodríguez, idea que de acuerdo a un reporte del portal Emol también planteó en su visita a La Moneda y a la presidenta Bachelet en febrero de ese 2007.


La cancelación motivó una demanda de dos abogados chilenos contra Rodríguez y Multimúsica, aludiendo a una supuesta infracción de la Ley del Consumidor. Con el correr de las semanas, el recurso fue retirado.


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Desde la productora a cargo, tal como detalla la misma publicación periodística, tomaron distancia de la postura de Silvio: “Si bien Multimúsica puede comprender las eventuales aprehensiones del artista, desea recalcar que agotó todas sus instancias para realizar el evento y desplegó igualmente sus máximos recursos hasta último instante para que todo estuviera dispuesto en un teatro absolutamente vendido”.


En diciembre de ese mismo 2007, la polémica tuvo un final feliz. Silvio Rodríguez cumplió su promesa de un concierto gratuito en Chile en el marco de una visita por el natalicio de Violeta Parra. “La controversia terminó como debieran terminar todas: a través del respeto, el diálogo y la razón”, confesó el autor tal como informaba El Mostrador.

El hito se concretó el domingo 2 de diciembre ya no en el Teatro Regional, sino en el Parque Costanera y no frente a mil personas, sino con más de 15 mil espectadores. El recital motivó que fans de todo el país se trasladaran a la capital de la Región del Maule. El concierto se convirtió en mito recordado hasta hoy.

Recuerdan la primera gira internacional de Silvio

 Cubadebate/el ciudadano.com

En conversación con Radio Nuevo Mundo, Lautaro Carmona, presidente del Partido Comunista chileno, destacó el significado cultural y político de este regreso. Carmona recordó que la primera gira internacional de Silvio fuera de Cuba ocurrió en Chile en 1972, durante el VII Congreso de las Juventudes Comunistas, gracias a la invitación de Gladys Marín e Isabel Parra. Silvio nunca ha olvidado ese primer viaje, un gesto que consolidó una relación viva hasta hoy.


Aquella visita  un punto de inflexión: Silvio Rodríguez, junto a otros exponentes de la Nueva Trova, contribuyeron a la estrecha vinculación cultural entre Cuba y Chile en tiempos de la Unidad Popular. Carmona rememoró el estímulo que implicó para la juventud y el movimiento cultural chileno. El regreso actual de Silvio reafirma la posibilidad de enfrentar desafíos con coherencia y entrega.

Canciones como "El necio" conservan vigencia, símbolo de fidelidad a los principios incluso en medio de la adversidad. Carmona sostuvo que este es el gran mensaje de Silvio: defender las convicciones sin renunciar, aun en momentos complejos. La música del artista cubano invita a mantener viva la esperanza y la resistencia, recordando que la cultura impulsa cambios.

En el primer concierto de esta gira en la capital chilena, el 29 de septiembre, asistió la expresidenta Michelle Bachelet, quien celebraba su cumpleaños ese mismo día. Tras la presentación de Silvio, ambos compartieron un encuentro cordial y un intercambio de obsequios.

Encuentro con la expresidenta Michelle Bachelet.

Además, según sus declaraciones, “‘Ese es el gran mensaje de Silvio: nunca claudicar en la defensa de las convicciones, incluso en momentos difíciles. Su música es un llamado a mantener viva la esperanza y la resistencia’”, y añadió que “‘La música de Silvio es un estímulo y un recordatorio de que la cultura también es motor de cambio’”.




De la fe revolucionaria a la fe estética»

.Por: Mónica Barrios Calleja

Por De Frente Columnas de Opinión

5 octubre, 2025

«El público es variado, aunque predominan las canas. Se diferencian tres grupos: aquellos que corean todas las canciones; la mayoría que canta solo las más antiguas y combativas; y los más jóvenes, fans de Silvio, Rodríguez y Domínguez, en adelante. Muy pocas pancartas fueron desplegadas. Conté dos, ambas desde galería: una bandera cubana y un pequeño lienzo rojo con dos rostros. Identifiqué a Allende junto al Che o a Gladys Marín. Le pregunté a mis vecinos si veían mejor que yo; con suerte identificaron a Allende, así que me rendí.»

Por: Mónica Barrios Calleja


El tiempo no pasa en vano. Silvio envejece ante nosotros, como un espejo. Las miles de personas que el 1 de octubre llenamos el Movistar Arena contemplamos, ordenadamente sentadas,  un ícono de un pedazo de historia que se niega a desaparecer.


Nunca había visto una cancha tan tranquila. Si no se escuchara la voz de Silvio, parecería un concierto de José Luis Perales. El ambiente es tal que cuesta imaginar que muchas de estas personas —quizás alguna vez, al calor de una ochentera barricada— cantaron Playa Girón.


“¡Cuba, Cuba, Cuba; Chile te saluda!”, gritan lánguidamente unas cinco personas.


“¡Shhhh!”, se escucha con más fuerza.


No hay lugar a consignas. El público sabe que está frente a un notable de la canción popular y sospecha que probablemente presencia su última gira en Chile.


Silvio se nos presenta al final de su madurez, en el umbral de un declive que ninguno de nosotros quiere aceptar. Su tránsito desde la Nueva Trova y las utopías revolucionarias hacia la reflexión y el desencanto está culminando en una mutación: de la fe política a la fe estética.


Pero no se trata de la fe resistente de los noventa, la del álbum Silvio. En aquellos años —sumergidos en pleno auge concertacionista— nos encontramos perplejos con un cantautor que, desde una Cuba poscaída del muro y en pleno Período Especial, ya no era aquella inspiración de solo voz y guitarra que mezclaba arenga política con vivencias íntimas. Era un hombre múltiple que interpretaba prácticamente todas las guitarras y voces de sus armonías: gesto que no comprendimos como ego, sino como metáfora de necesidad de sobrevivencia en el abismo. Un hombre solo frente al silencio.


“¡Chile no será colonia norteamericana!”, se escucha desde la Platea Alta Golden Norte.


“¡Anda a comprarte una Coca-Cola afuera!”, responden desde la Platea Alta Silver Sur.


“¡Shhhh!”, se escucha desde la cancha.


Y todos callan para escuchar a la leyenda viva que es Silvio.


La fe estética ocupa el lugar que antes tuvo la fe revolucionaria. Se evidencia en los nuevos arreglos de sus canciones, que parecen envolver sus letras e historias —muchas veces crípticas— en un bello paquete de composición musical correcta y medida. Listas para ser lanzadas en un concierto-mar, cual náufrago que pone a la deriva un mensaje dentro de una botella; cual maestro que abandona a la suerte sus esperanzas.


La fe estética no se sustenta en un Silvio solo, pues ante el abismo ya estamos todos. Requiere polifonías y una formación de grupo de cámara de estilo jazzístico. Así, sobre el escenario del Movistar Arena lo acompañaban una segunda guitarra (Rachid López) y un tres cubano (Maykel Elizarde), ambos con estilo eléctrico/folk/latino; un contrabajo acústico (Jorge Reyes); vibráfono (Emilio Vega); un piano de armonías extendidas (Jorge Aragón) que, junto a la batería (Oliver Valdés) por momentos recordaba al estilo de Los Jaibas; acompañamientos y coros femeninos discretos realizados por Malva Rodríguez, que imperceptiblemente aparece y desaparece de escena; y la flauta y el clarinete de Niurka González, quien se lleva los mayores aplausos por su evidente y desbordante talento —no por ser la pareja de Silvio—.


La identificación del público con la flauta también responde a que dialoga con Silvio, incorporando —institucionalizando— la voz interior de los oyentes, sustituyendo con contramelodías y hermosos glissandos nuestros suspiros, lágrimas y respiros contenidos que transforman la memoria en sonido.


Y sin embargo, no nos confundamos. La fe estética no reemplaza a la fe revolucionaria: la traiciona y la conserva al mismo tiempo. Es la puerta de escape que nos permite seguir creyendo sin pagar —ni asumir— los costos. O sea, es una actitud dialéctica, pero neoliberal. Silvio canta y uno se emociona, pero en el fondo sabemos que lo que nos conmueve ya no es el futuro, sino la evocación misma de quienes sobrevivimos a dictaduras y pandemias.


El gesto minimalista de Silvio —voz y guitarra— era (y sigue siendo) un gesto político, una poética del testimonio: pocos recursos, máximo contenido. Hoy es artificio consciente. El canto ya no busca proclamar, sino preservar la memoria sonora de su propia fe. Las melodías originales se conservan, pero la armonización las desideologiza: el foco ya no está en el texto, sino en el color, que de «leninista» se ha transformado en «debussyano».


“¡Justicia para Julia Chuñil!”


Aplausos.


Nadie pidió silencio.


Aún nos queda patria, ciudadanos.


El público es variado, aunque predominan las canas. Se diferencian tres grupos: aquellos que corean todas las canciones; la mayoría que canta solo las más antiguas y combativas; y los más jóvenes, fans de Silvio, Rodríguez y Domínguez, en adelante. Muy pocas pancartas fueron desplegadas. Conté dos, ambas desde galería: una bandera cubana y un pequeño lienzo rojo con dos rostros. Identifiqué a Allende junto al Che o a Gladys Marín. Le pregunté a mis vecinos si veían mejor que yo; con suerte identificaron a Allende, así que me rendí.


Silvio, siempre muy cauto, contó la historia de una barbería donde se hablaba de que “estaba mala la cosa”. Aclaró que en Cuba la cosa aludía a la política y a la situación nacional, y que el barbero había puesto un letrero que decía: “Prohibido hablar de la cosa”. Otra anécdota fue cuando desde platea le pidieron una antigua y emblemática canción, y respondió: “Si me acuerdo, la cantamos luego afuera”.


La idea de muerte y legado envolvió el concierto. Fue evidente en la sección dedicada a compositores fallecidos —Vicente Feliú, Noel Nicola, Pablo Milanés— y en la mención a Pepe Mujica y al poeta cubano Luis Rogelio Nogueras, de quien recitó el poema Halt!, que nos tuvo a todos nerviosos porque parecía una alegoría al sufrimiento judío durante el Holocausto, hasta que llegó el necesario y esperado viraje pro Palestina.


Llevábamos dos horas de concierto y parecía que todo recién comenzaba. Salió dos veces a repetir, y la tercera lo hizo con luz sala, después de unos diez minutos de imparables aplausos.


Merecido homenaje.


Hasta siempre, Silvio.

viernes, octubre 03, 2025

un viaje ascendente de emociones.

 Kaloian Santos Cabrera

La segunda noche de Silvio Rodríguez Zurrón del Aprendiz - Silvio Rodríguez en el Movistar Arena de Santiago fue un viaje ascendente de emociones.Casi treinta canciones conforman el repertorio que el trovador preparó para esta gira, pero cada concierto guarda sus propios giros. De ahí que cada velada sea diferente. Entre lo planificado y lo inesperado, el público chileno fue testigo de momentos irrepetibles.

 

Uno de los más intensos ocurrió cuando Silvio leyó los versos finales de Halt, de su hermano de vida, el poeta Wichy Nogueras: “Pienso en ustedes y no acierto a comprender cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno”. Un silencio profundo atravesó el estadio, roto de pronto por una ovación estremecedora. El trovador alzó el puño y, con voz firme, exclamó: “¡Palestina libre!”. 

Las sorpresas continuaron. Alguien entre la multitud pidió Playa Girón. Silvio respondió que, si se acordaba más tarde, la cantaría, pues hacía mucho tiempo que no la interpretaba. Y se acordó. Hacia el final regresó solo con su guitarra y, con una sonrisa cómplice, preguntó: “¿Era Playa Girón la que pedían?”. Tras merodear en unos acordes, dejó caer esa canción emblemática, provocando un estallido de júbilo.

Como en la primera noche, el público se resistía a marcharse incluso después de los bises. La señal inequívoca del cierre –cuando retiran la guitarra del escenario– parecía definitiva. Sin embargo, contra todo pronóstico, el trovador volvió a salir, apurado y sin su gorra de Aprendiz. Conmovió con Pequeña serenata diurna y cerró la noche con El reparador de sueños.